Han estudiado Diseño, Arquitectura o Bellas Artes, pero ahora emplean sus propias manos para fabricar productos cotidianos, con técnicas que, en muchos casos, no han cambiado en siglos.

Una nueva generación de jóvenes, a los que la larga crisis de la pasada década cerró las puertas de entrada al mercado laboral, han decidido reorientar su carrera hacia la artesanía, revitalizando un sector que adolecía de un envejecimiento crónico.

«Me empecé a dedicar a la joyería un poco por hobby, pero por circunstancias de la vida, llegó la crisis y decidí darle una vuelta de tuerca a mi profesión, que era diseño de moda», declara Olalla Fernández, una joyera de 38 años que tiene actualmente su propia marca: Ópalo Joyería de Autor. «Fui a Inglaterra a estudiar unos cursos de joyería, me encantó y vi que era feliz haciendo esto».

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